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domingo, 14 de decembro de 2008

APUNTES SOBRE EL WESTERN EUROPEO

A finales de la década de los cincuenta del pasado siglo surge como fenómeno de masas en Europa un nuevo género cinematográfico. Se trata del Western a la europea, una especie de pariente pobre de aquel que estaba dando sus últimas bocanadas en los EEUU, aunque manteniendo la inercia necesaria para rodar alguna que otra obra maestra, auténticas joyas, crepusculares, que determinarán el canto del cisne del western americano.

Será a partir de 1965 cuando la producción de este tipo de películas se lleve a cabo de forma masiva, sirva de ejemplo 1967, año en el que se realizan en España un total de 34 películas, de las cuales dos son producciones íntegramente nacionales, nombres como Romero Marchet, Sergio Leone, Giancarlo Parolini, Antonio Román, Juan Xiol, o Eugenio Martín desgranaran títulos como “El sabor de la venganza”,“Ringo de Nebraska”, “El precio de un hombre”,” Río maldito”, “El hijo del pistolero” etc. La avalancha es de tal magnitud que entre los años 1960 a 1980 se filman más de 600 Westerns.

Cuando los primeros westerns europeos llegaron a nuestras pantallas, nada hacía presagiar que el recién nacido venía para quedarse, pero así fue. Del mismo modo, que nadie se aventuraba a vaticinarles un halagüeño futuro comercial, y mucho menos que en el plano eminentemente artístico, pasados los años, pudiésemos rescatar un buen puñado de películas.

El fenómeno del western se coló en nuestro país por la puerta trasera, acaparando las programaciones de los cines de barrio, espacios donde era mucho más fácil camuflar y al mismo tiempo rentabilizar un sucedáneo de una calidad artística muy inferior al original e infinitamente más modesto en el apartado económico.

En lo económico, el fenómeno no fue mucho más allá de la contratación de algunos, pocos, actores americanos de segunda línea y la americanización de los castizos apellidos de los actores patrios. Dando paso a un totum revolutum, inmensamente atractivo para determinado tipo de público que, en no pocas ocasiones, derivó en sólidas ganancias para los escasos productores que apostaron por el género.

venres, 28 de novembro de 2008

JOHN FORD: Centauros Del Desierto (1956)


El 16 de junio de 1955 comenzó el rodaje de una de las mayores epopeyas que el cine americano haya filmado jamás, así como una de las películas más personales de su autor; John Ford. Estamos hablando de Centauros del desierto.

Cinco años después de haber rodado su último western; Río Grande y tras la decepcionante experiencia de Escala en Hawai, Ford se encuentra con más ganas que nunca de regresar a Monument Valley.A sus 62 años, Ford, acumulaba tras de si una serie de convicciones políticas y sociales bien arraigadas, frente a ellas surge una sociedad americana que abandona la senda del macarthysmo para introducirse de lleno en la lucha por los derechos civiles. En 1954 el Tribunal Supremo había declarado ilegal la segregación racial en las escuelas públicas norteamericanas, poco más tarde, en Montgomery (Alabama), Rosa Parks se niega a ceder su asiento, en el autobús, a un hombre blanco, dando paso de este modo al movimiento que con posterioridad liderará Martin Luther King y cuya historia es de todos conocida… Algo estaba cambiando en la sociedad americana y Ford era testigo de excepción de lo que allí estaba ocurriendo, todo ello influirá de modo directo en su nuevo proyecto, empujándolo a abordar de forma decidida los miedos interraciales que acechaban a la sociedad blanca estadounidense. Sería cicatero afrontar un film de tal envergadura desde un solo ángulo, cuando críticos cinematográficos de primer nivel lo han abordado desde infinidad de perspectivas -y desde esta, me imagino, también-. Lo que se pretende en este artículo, es dar un repaso a un plano que no nos parece menor dentro de la infinidad de interpretaciones posibles. La actividad que proponemos a continuación se basaría en el ejercicio mental de sustituir a todos y cada uno de los indios o mestizos presentes en la cinta por personajes negros. Vamos allá… alea iacta est.

Ford sitúa la acción en Texas en 1868, cuando Ethan Edwards regresa a casa de su hermano, tres años después de acabada la guerra civil, contienda en la que había optado por el bando perdedor. En el porche lo esperan su cuñada, con la que tiempo atrás compartió algo más que parentesco, su hermano, su sobrino Ben y sus dos sobrinas Debbie y Lucy. Ford deja para más tarde la presentación del hijo adoptivo de la familia Edwards: Martin Pawley un joven mestizo con una octava parte de sangre cherokee y el resto de galés e inglés, personaje fundamental en el desarrollo del film. Poco después de la vuelta de Ethan, y en su ausencia, su hermano, su cuñada y su sobrino, son salvajemente asesinados a manos de un grupo de comanches liderados por el jefe Cicatriz. Los indios secuestran a las dos hijas del matrimonio, violando y asesinando con posterioridad a Lucy, la mayor. Ethan empleará siete años de su vida en la agónica búsqueda de su sobrina Debbie, en su deambular le acompañará un cándido e inexperto Martin Pawley.

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